Con dos periodistas
asesinados y un atentado a su fundador, el semanario Zeta de México ha hecho
frente al crimen organizado y a la corrupción política, con periodismo “al lado
de la sociedad y lejos del Gobierno”
Por Marjuli Matheus Hidalgo | Venezuela
Tijuana, México.- Entre intereses políticos, económicos y mafias, sostener un medio independiente en Latinoamérica siempre ha
sido una empresa difícil, según la realidad de cada país, estos factores atentan contra la libertad de prensa y el ejercicio del
periodismo. En Tijuana, México, localidad
fronteriza con EEUU, un semanario ha logrado resistir los embates del
narcotráfico y la corrupción, durante 35 años.
Fundado en abril de 1980 por los periodistas Jesús Blancornelas y Héctor “El Gato” Félix, el semanario Zeta se ha consolidado como
un referente del periodismo latinoamericano por su férrea lucha contra el
narcotráfico y por no ceder a presiones gubernamentales, siempre llevando como
bandera las investigaciones periodísticas y el ejercicio independiente, que han
develado los nexos entre el Gobierno y los cárteles de Baja California.
“Libre como el viento”, solía describirse Blancornelas y así, esa frase, se
convirtió no solo en el lema Zeta,
sino en una forma de hacer periodismo.
El semanario defiende con ferocidad y se ciñe a principios
básicos del periodismo. “Una línea independiente, periodismo de investigación,
análisis, periodismo contestatario, antioficial, antigobierno”, así lo define Adela Navarro, directora del semanario,
quien trabajó de cerca con su fundador y lleva 25 años en ese medio.
Las declaraciones las ofreció a un grupo de periodistas que
visitó Zeta en el marco de una actividad formativa del Instituto de las
Américas de la Universidad de San Diego, California.
Navarro agrega que la única línea que siguen es la que le
dicta la sociedad. Entre 60% y 70% del contenido de cada semana es producto de
la propuesta y de la denuncia de sus lectores, que les hacen llegar por medio
de llamadas telefónicas, correos electrónicos, cartas por la vía postal o a
través de su sitio web.
“La sociedad es
testigo de lo que pasa, es víctima de alguna injusticia, de algún ataque,
nos lo denuncia y nosotros lo investigamos y lo publicamos. Esa cercanía, ese periodismo cerca de la sociedad y lejos del gobierno, es lo que nos
ha mantenido”, comentó.
El alto costo del
periodismo en Tijuana
“Entendemos que con esta línea del semanario no es fácil
venir a trabajar. Hemos pagado con vidas el hacer este periódico”, admite
Navarro, con referencia a las amenazas de muerte y a los atentados que han
recibido durante tres décadas.
En abril de 1988, el cofundandor del semanario, Héctor “El Gato” Félix, fue asesinado cuando
se dirigía a su lugar de trabajo. Un vehículo le bloqueó el paso y dos disparos
fueron suficientes para segarle la vida. Los autores materiales fueron
encarcelados, pero Jorge Hank Rhon, empresario y político de Baja California, quien
se presume autor intelectual, no fue procesado por este crimen.
Blacornelas casi
muere en un atentado el 27 de noviembre de 1997, ejecutado por el cártel de Tijuana,
dirigido por los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix. Ochenta disparos
recibió el vehículo en el que se trasladaba el director de Zeta. Cuatro dieron en su humanidad, pero sobrevivió. Su chofer no corrió
con la misma suerte y falleció en el lugar. El sicario que comandaba la
operación murió en el sitio por una esquirla que dio en su ojo, así se supo que
trabajaba para los Arellano Félix,
pero las autoridades mexicanas no encarcelaron a nadie por este atentado. Blancornelas murió el 23 de noviembre
de 2006, por secuelas de aquel atentado.
En junio de 2004 el asesinato del periodista Francisco Javier Ortiz, otro de los que
iniciara el semanario junto a Blancornelas
y Félix, conmocionó a Tijuana y
al staff de Zeta. El editor fue baleado delante de sus hijos. Este crimen
también fue ordenado por el cártel de los hermanos Arellano Félix, según investigaciones del semanario y la confesión
de un sicario de la organización criminal, quien señaló al menor de los
hermanos, Francisco Javier Arellano Félix, de encargar el asesinato de Ortiz.
Los actuales editores no han sido inmunes a las amenazas, aunque
no las han recibido de forma directa. Organismos
de seguridad de EEUU les han alertado sobre planes de ataques en su contra.
“No por las autoridades (de México) que deberían protegernos como a todos los mexicanos,
sino autoridades de EEUU en investigaciones contra el crimen organizado nos dijeron
que se enteraron de planes para asesinarnos y para atentar contra el periódico”,
relata Navarro.
La impunidad es uno de los temas en los que se centran las investigaciones
periodísticas de Zeta, porque
aquejan a la sociedad en Tijuana y
porque han sido víctimas de este flagelo. “Señalamos mucho la impunidad que hay
para el crimen organizado en México, para la investigación sobre los cárteles “,
comenta la directora del semanario.
De los atentados y asesinatos que han sufrido en Zeta,
también han hecho investigaciones periodísticas y han señalado a los presuntos
responsables. No obstante, la impunidad
ha estado un paso adelante y ninguno de estos casos ha sido resuelto por las
autoridades, pese a las pruebas que el equipo del semanario ha presentado. Navarro
asegura que cerca de 89% de los
casos de periodistas asesinados no están resueltos, y los pocos en los que han
encontrado responsables son casos cuyo desenlace fatal no ha tenido que ver con
el ejercicio de la profesión.
Sorteando
dificultades
El semanario Zeta
se imprime en EEUU para esquivar las presiones del Gobierno y políticas fiscales
mexicanas que hacen difícil sostener económicamente al medio. Navarro explica que
es más rentable imprimir del otro lado de la frontera y nacionalizar
semanalmente la carga, que imprimirlo en Tijuana.
Antes de convertirse en semanario, Blancornelas y Félix hacían
una hoja tamaño oficio y la vendían a un peso en las calles de Tijuana, así la gente fue conociendo y
defendiendo el trabajo independiente que realizaban. “La gente quería saber qué
estaban reportando los periodistas que estaban escuchando a la sociedad. Los
lectores que vienen a Zeta saben que nosotros vamos a investigar y vamos a
denunciar por ellos”, dice Navarro al destacar la importancia de esa
credibilidad de la que gozan en Tijuana,
lo cual no sucede en otras partes de México. “Si la sociedad te apoya, si está
nutriéndote de información y está comprando tu ejemplar, se convierte en una
red de protección para el medio”, aseguró.
“Ese es el periodismo que nos enseñaron a hacer”, recuerda
Navarro el legado de Blancornelas y
lo describe como un periodista íntegro y comprometido, decidido a hacer frente
al narcotráfico y a la impunidad de un sistema político corrupto.
El cártel de Tijuana
sigue activo en manos de una nueva generación. Los hermanos Arellano Félix, fundadores,
están fuera de acción. Ramón murió en 2002 durante un enfrentamiento con la
policía ministerial en Sinaloa, México;
Benjamín fue arrestado en 2002 en México y extraditado a EEUU en 2011, donde
cumple condena de 25 años; Francisco Rafael murió asesinado en una fiesta
infantil en octubre de 2013, en la ciudad de Los Cabos; Francisco Javier fue
sentenciado a cadena perpetua en San
Diego, California. Nunca fueron acusados por los crímenes contra los
periodistas del semanario Zeta.
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