sábado, 8 de abril de 2017

La historia de una migrante y el orfanato que dejó atrás en Guatemala


Fotografía antigua de niños y niñas y en el Hogar ubicada en el ingreso.
Por Jéssica Osorio | Guatemala

En la zona 2 de la ciudad de Guatemala, un grupo de monjas se las ingenia todos los días para que las niñas bajo su resguardo puedan alimentarse y estudiar. Las infantes provienen de hogares de escasos recursos, algunas son huérfanas, otras no pueden ser atendidas por sus padres.

 En 1960 llegaron las religiosas de la Orden de Santa Petra a la capital para apoyar niñas en las condiciones descritas para protegerlas y darles estudio sin pagar un solo centavo.
Cada año, hay varias niñas que no logran ingresar y es que la demanda de aspirantes a formar parte del Hogar es grande pero los recursos escasos. En el lugar se hacen baratillos, donaciones y otras actividades con tal de lograr fondos y mantener la labor de apoyo social.


La migración de las hermanas Osorio

A finales de la década de los sesenta, tres niñas de 1, 2 y 3 años de edad y cuyos padres se habían divorciado fueron entregadas al Hogar. La mayor, Ingrid, recuerda que en ahí aprendió principios, aspectos sobre moral y respeto y "más que todo, a creer en ese ser invisible y supremo con fe".
Pero la vida no fue fácil. Su madre había partido hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor y en 1974 regresó por ellas para dirigirse hacia Tijuana, México.
"Mi madre consiguió y pagó mucho dinero para que mis hermanas pasaran por la garita de Tijuana. Desafortunadamente no había papel falsos para ella y para mi", recuerda.



"Mi mamá y yo nos quedamos en Tijuana para tratar de pasar por el ferrocarril. La policía mexicana nos detuvo y estuvimos en la cárcel... esto sucedió tres veces". Ingrid Osorio, migrante.

La madre de Ingrid sostuvo que era mexicana y rompió los billetes guatemaltecos que portaba para eliminar evidencias. Ambas sufrieron maltratos. "Vimos los abusos de la policía mexicana y estadounidense hacia los migrantes. Desde ahí sentí necesidad de ayudar a los demás", recuerda.
Los recuerdos que Ingrid guardaba con felicidad eran con su abuela Dorotea Elvira, oriunda de Quesada, Jutiapa, quien las cuidó un año después de salir del internado pero falleció un año después de cuidarlas. También recordaba el internado.
Tras una semana sin ingresar en EE. UU. por la vía del tren, atravesaron un terreno baldío de Tijuana en carro hasta alcanzar el otro lado. Un oficial de migración estadounidense les detuvo, pero pasaron. 

"Estaba tan asustada que me pasaba llorando pidiéndole a mi mamá que me regresara a Guatemala, pero ella se negaba a darse por vencida. Es una mujer muy fuerte". Ingrid Osorio.

Son cuatro décadas las que Ingrid lleva en California. Ella siempre se metía en problemas en la escuela o vía pública por defender a otros. "Incluso la policía de Los Ángeles me advirtió que no me metiera y que permitiera que ellos hicieran su trabajo", recuerda y sonríe.
Ahora, combina su trabajo con ayudar a los demás. Hace servicio misionero en Tijuana y dona su tiempo a programas de la comunidad migrante.
"Mi ultimo viaje a Tijuana fue en noviembre 2014 con mi padre quien me visitó desde Guatemala. Vi que el desamparo de migrantes es mayor que hace cuarenta años que crucé la frontera. ¡Hay que seguir en la lucha!", describió.
En 2014, después de acudir a Guatemala esporádicamente, Ingrid quiso visitar el hogar. Por alguna razón, cerró un ciclo, cicatrizó heridas y perdonó. "Me ayudó sobretodo a ser feliz yo misma para poder hacer feliz a mis seres queridos", reflexiona.


Un gesto de gratitud

Por segundo año consecutivo, Ingrid organiza una degustación de vinos y los fondos van destinados al Hogar San José de la Montaña. En la actividad hay aperitivos, rifas, sorpresas e incluso, el acompañamiento de un DJ. El año pasado logró el apoyo para el traslado de un contenedor de insumos para trasladar las donaciones. 

La actividad es el próximo sábado en en Moreno Valley, California. En el siguiente video conoceremos a la Madre Superiora Imelda Barcárcel, encargada del Hogar durante una entrevista con Teresa Barahona, presidenta de la Cámara de Comercio Hispana del Sur de California.





"Cuando tienes voluntad de ayudar al prójimo; hay que empezar en casa. Usualmente en ahi donde hay más necesidad. Ese hogar fue mi casa y es que cambiar una vida es cambiar toda una generación", Ingrid Osorio.
Una reseña sobre Ingrid publicada en Siglo.21 el 26 de enero 2015.


























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