domingo, 30 de noviembre de 2014

La actitud positiva puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte


Luchadora, así se define María Teresa Otero, una mujer que ha enfrentado duras adversidades pero que ha aprendido a poner cada infortunio en una situación a su favor. Su vida cambió en abril de 2014 cuando sus planes se vieron paralizados por un diagnóstico: cáncer de mama.
Por: Marjuli Matheus Hidalgo | Venezuela


Padecer una enfermedad tan temida le hizo cambiar su forma de ver la felicidad. Madre, periodista, locutora, escritora, docente, servidora de la comunidad y hasta orfebre, María Teresa Otero, mejor conocida como Marité, es una persona integral, siempre inclinada a ayudar a los demás. Tiene treinta ahijados en una casahogar, a quienes visita periódicamente y atiende en fechas especiales.

Luego de ocho meses en una profunda depresión, tras su separación, parecía que retomaba las riendas de su vida; renunció a su trabajo, llevó a sus dos hijos a El Tigre, una ciudad del estado Anzoátegui, para que su madre cuidara de ellos mientras ella se instalaba en Panamá, donde emprendería una nueva vida y retos profesionales. Tres días después de haber llegado a casa de su mamá, María Teresa vio todo su mundo dar un vuelco. Esta es su historia.

¿Cómo resumes tu vida hasta el momento?

Yo nací en Caracas, me fui a vivir a El Tigre, desde cuarto grado hasta quinto año, regresé a la capital para estudiar Comunicación Social en la universidad y me quedé hasta abril de 2014. Me casé a los 23 años, tengo dos hijos maravillosos, Santiago de ocho años y Víctor de cinco, son también unos sobrevivientes, sus nacimientos fueron milagros de Dios. Pasé siete años casada, la separación fue dramática para mí, me costó muchísimo aceptar que mi familia se había roto y eso impactó mucho en mí, sentir que había fracasado creo que fue el detonante de todo ese estrés que tenía acumulado; siempre me he dedicado a hacer muchas cosas al mismo tiempo, y yo arrastraba todo eso.

En distintas etapas de mi vida me diagnosticaron migrañas crónicas, fibromialgia, esofaguitis, y todas esas dificultades de salud estaban asociadas al estrés. Luego de la separación asumí un proyecto fuera del país para evolucionar como profesional, pero también porque quería huir, escapar del sufrimiento. Siempre fui una mujer luchadora, trabajadora, y en ese momento me sentí perdida, porque esa luchadora ya no estaba. Entonces, me concentré en salir del país. Fui a El Tigre, a dejarle los niños a mi mamá mientras yo me estabilizaba en Panamá, pero fue en ese momento cuando me dieron el diagnóstico de cáncer de mama y todo se me vino abajo. Sin empleo, sin matrimonio y sin realizar mi meta.

Tuve una actitud de lucha frente al cáncer, pero cuando me dijeron que tenían que hacerme una mastectomía porque el cáncer estaba esparcido en la mama derecha, me caí emocionalmente, fue un golpe al ego como mujer. Siempre me he considerado una mujer muy sensual y sentí que me estaban quitando algo que me identificaba. Eso fue en ese momento; ahora no lo pienso así, pues me di cuenta de que la feminidad y la sensualidad no van atadas a algo físico, sino más bien a la actitud.

¿Cómo lo enfrentaste?

Uní el hecho de ser paciente con la de ser comunicadora, mezclé las dos  cosas. Me di cuenta de que había muchos tabúes respecto al cáncer, la gente se escondía, las mujeres se tapaban. Mucha gente no ha asumido con buena actitud la enfermedad, aunque cada quien tiene derecho a decidir cómo llevar su enfermedad, yo no soy quién para decirle a un paciente cómo hacerlo. Sin embargo, usar peluca o pañoleta debe ser tu decisión si te hace sentir bien. Muchas personas usan la pañoleta pero te dicen “qué incomodidad, me da calor”, o sienten que la peluca se les va a caer, yo he hablado con muchas mujeres sobre esto, en mis sesiones de quimio, estoy siempre rodeada de mujeres que tienen la enfermedad. Lo que planteo es que, si ya el diagnóstico y el proceso son incómodos, por qué te vas a incomodar para complacer la mirada de otros, que no es para complacerte a ti. Si estás pasando por un proceso de quimio necesitas estar cómodo. Lamentablemente, algunas aceptan la incomodidad para evitar que otros las miren. Como sociedad no tenemos todavía la cultura para lidiar con el proceso de un cáncer, el proceso de diagnóstico, de sanación, no tenemos la cultura para enfrentarlo, aunque se hacen muchas campañas, pero una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo, por eso tenemos que educar a través del ejemplo.

Yo he querido enviar un mensaje: puedes lucir bella, sin cabello, tu belleza no depende de tener o no cabello, aunque estés pasando por un cáncer, aun así tienes la capacidad para lograr tus sueños. Pareciera que el paciente que tiene cáncer por el único sueño que va es por el de salvarse ¿y el resto qué? Pero resulta que, para sobrevivir, necesitamos emociones positivas que encontramos al ir tras nuestros sueños, tras nuestras metas. Mientras eres feliz, tu sistema inmunológico se fortalece.

Te atreviste a mostrarte tal y como eres... 

Quise que la gente viera que yo, a mis 31 años, saliendo de una fractura en mi matrimonio, sin trabajo, sin hogar, en una ciudad que no estaba en mis planes, y sin poder residenciarme en otro país, con todas estas adversidades sonreí, y me dije “sé feliz”, y mostré que me va bien médicamente por mi actitud. Quiero que sepan que pese al diagnóstico podemos seguir haciendo lo que nos gusta. Yo me atreví a compartir mi experiencia, mi actitud está teniendo un impacto por algo que es científicamente comprobable, que no es un mito, porque cuando decimos que hay que vivir felices para sentirnos bien parece un mito, suena a utopía, pero es  cuestión de dar la vuelta a la adversidad y sacar algo positivo.

Raparte el cabello ¿cómo fue?

Raparme el cabello para mí fue toda una experiencia, que otros me vieran (suspira). No sé por cuánto tiempo lo usaré, en este momento lo uso por decisión, ya me sale el cabello, pero sigo haciéndolo, es una oportunidad para que la gente se te acerque, porque llama tanto la atención que todo el mundo se te acerca, así sea para decirte qué bien te queda, y puedo decirles que es porque estoy pasando por quimioterapias. ¿Verdad que me queda bien? Puedes llevar el mensaje a un familiar, amigo o a cualquier persona que esté pasando por esto, cualquiera puede llevar este look con estilo. A mí me afecta (lágrimas), me llena de tristeza que alguien pueda estar sufriendo por algo tan sencillo como no tener cabello, y la mujer se acompleja de una forma que no quiere ni salir a la calle, sin saber que están atentando contra su capacidad de sanar, solo por vanidad. Es el momento de romper las estructuras, perder el ego y hacer una lucha con alma, con energía.

Te has convertido en un fenómeno comunicacional ¿cómo lo describes?

Es parte de ser transparente. Lo que pasa es que las redes sociales funcionan como la máscara de las personas, tú muestras solo lo que quieres que los demás vean, tú filtras lo que muestras. Marité se empezó a mostrar como era, como se sentía y en el momento que lo sentía. No todas mis fotos son maquilladas y sonriendo, hay fotos en las que salgo llorando, en cama, con la cabeza rapada, afeitándome, cuando todo el mundo esconde la pérdida del cabello, yo estoy diciendo, así hago para terminar de quitármelo porque se me está cayendo. Empecé a mostrarme naturalmente, a relatar mis crónicas, y ese ha sido el gancho. Cuando estoy enguayabada lo digo, tengo nostalgia, extraño a mi papá y así voy mostrándome. Asumí que soy responsable de manejar equivocadamente mis emociones y de enfermar mi cuerpo. No culpo a nadie, no fue la separación lo que me causó el cáncer, no, yo tengo la culpa porque lo manejé mal, sufriendo, me eché a morir.

Piensas llevar tu experiencia a un libro. Cuéntanos sobre ese plan y en qué se diferencia de otros con la misma temática

Decidí hacer el libro en función de esa respuesta que estaba teniendo en las redes sociales a través de la etiqueta #cronicacancerdemama que yo creé para ir contando día a día lo que estaba pasando con mi cuerpo, con mi mente y en mi corazón, incluso, cuando empiezo a ver que la gente se siente identificada, que usan la etiqueta para comentar, para orar y hasta para pedir ayuda, yo digo, aquí está pasando algo, seguramente ya ha pasado a otras personas, para mí era una sorpresa porque no conozco a muchas de esas personas que oran por mí, que se identifican conmigo, a veces recibo mensajes en otros idiomas. La gente está motivada incluso cuando lo que escribo no está en su lengua y eso debe significar algo. Esto es algo que debo aprovechar para multiplicar el mensaje, porque la idea del libro no es contar la historia de Marité Otero, lo que muestra es la evolución de una mujer luego de pasar por una adversidad y un diagnóstico de cáncer. Mi intención no es que me conozcan, es que la gente entienda que tienen la capacidad de cambiar el mundo, empezando por sí mismos. La propuesta de este libro es viral, creo que no existe, y si existe no lo sé, pero esto nació de mí, es un gran trabajo porque implica recopilar mensajes y pedir permiso, pero quise mezclar el texto, el papel, con la inmediatez de las redes sociales, un producto innovador. Quiero divulgar los mensajes que impactaron mi vida y mis mensajes, que impactaron la vida de otros.

Marjuli Matheus / @marjuli

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